Pues ese sábado salí a explorar caminos nuevos, podar algunos hasta donde ya no tenía sentido seguir podando, verificar servicios disponibles (bares, fuentes, tiendas) en algunos «avituallamientos» potenciales. Hmm, ahora que lo pienso, se me olvidó preguntar en las piscinas municipales si se podrían usar las instalaciones sin ser socio, que sería un aliciente.
En total, 50 Km con mucho camino nuevo, algo de camino que no llevaba a ninguna parte, el Sol ahí haciendo su trabajo eficientemente (que no se lo reprocho), comida-siesta a la sombra durante la hora central del día, muy pocas y lejanas señales de caza, y algunos placeres raros o inesperados:
* Durante un reabastecimiento de agua en Olesa, un niñito que ya hablaba algo, aunque aún llevaba chupete, inició una conversación conmigo sobre la función de los palos de andar, y bueno, fué una conversación no muy fluida pero simpática. Es que me encanta que los niños sean así de espontáneos. :)
* Pude bañarme en medio de la montaña en un lugar que conozco. ¡Qué gusto!
* Y la hospitalidad de los pueblos pequeños, que no esperaba encontrar: En Olivella, pregunté a unas vecinas dónde se podía comprar agua fresca. Puesto que el único lugar que servía estaba cerrado por vacaciones, una de ellas sacó una botella de casa y me la ofreció así sin mas, supongo que considerando mi pinta de necesitado :) , y encima se negó a cobrármela. Pero bueno, al menos me aceptó un par de besos sinceros.
Fermoso día, sí señor. Sólo me faltó encontrar el amor de mi vida en algún camino. En fin, otra vez será. :)